Solo quise cuidarte, y sin embargo te empeñaste en apartarme de tu lado, en mostrarme siempre tu cara más fea, aun sabiendo que te conocía de años atrás y que no podías engañarme. Me tiraste piedras, me escupiste y me gritaste que te dejara en paz, mientras tus ojos suplicaban que te abrazara, que te protegiera, que me quedara... Tuve que verte en brazos más fuertes, en brazos más bronceados, en brazos que no eran los mios. Y seguí detrás de ti, porque mientras tu boca me pedía que me fuera, tus manos me agarraban la chaqueta.
Entonces un día, cuando yo desistí, me fuiste a buscar. Me disparaste una sonrisa llena de amor y me lo dijiste: -"Lo sabía. Sabía que nos unía una cuerda y que al tirar de ella solo era cuestión de tiempo que se rompiera. Tu dices que me quieres, que lo darías todo por mi. Pero has dejado que esté con otros, que te grite, que te humille... Eso no es amor. Eso es una cuerda que por fin has roto. Y estoy orgullosa de ti. Siempre te marchabas, se que te daba miedo quedarte a cuidarme."
Aún sigo pensando de dónde saqué el valor para irme y dejarla sola. Aún lo sigo pensando.