19 de abril de 2012

Sábanas mojadas.


Despertar con la garganta seca, aferrarme a las sábanas y arquear la espalda. Buscar tu cuerpo. Morderme el labio, esperar que busques mi boca y juegue con la tuya. Perdernos en un abrazo inventado mientras nuestras manos construyen caminos y se abren paso... Desearte, desearte encima, con la boca entreabierta. O mejor debajo, y recorrerte todo el cuerpo despacio. Sentir como a la sangre se le eleva la temperatura, como ruge el interior, esperando que salga esa bestia que nos de el último empujón y nos dejemos llevar. Sin pensar en nada, solo el uno en el otro.
La piel de gallina. Espasmos. Respiración entrecortada. Y mirarte a los ojos, pedirte más, abrazarte con las piernas y susurrarte al oído que ya no puedo más. Gemido. Cabeza hacia atrás. Manos al cabecero... y deseo. Deseo que estés aqui conmigo, y que mientras escribo me quites la ropa, que me acaricies el cuello, que me desabroches el sujetador, despacio, y me lleves a la cama. Hasta el lunes por la mañana.


No hay comentarios:

Publicar un comentario