13 de enero de 2015

Blu-tack

Los trozos de blu tack azul en la pared también son recuerdos, o qué te crees, ¿que las paredes no hablan?. Y escuchan. Y luego nos escupen la historia, sin venir a cuento y sin preguntar.
¿Por qué no quito el blu tack? Porque ya no pega, porque ya no vale, porque me niego a aceptar que aquello que un día sujetó mi vida deba ir a la basura.

¿Quién quedará cuando yo no esté para recordar?, ¿quién va a contarle al mundo que existimos?, quién... si ya no estaremos, si nadie sabrá la verdad, si nadie sabrá dónde colocar la coma que empezó a separarnos, quién tendrá el valor de ponernos punto y final. Dejar de contar la historia.
Quizá sea eso lo que necesitemos realmente, dejar de existir, dejar de contar.

De acuerdo, acepto que la gente muera; lo que no acepto es que también lo haga su recuerdo cuando yo me vaya. No es justo privar a quien viene detrás de enseñanzas e historias. Alguien tendrá que decirle a los que vienen que hay piedras en el camino, y que te rasparás las rodillas muchas veces antes de llegar a tu destino.
No es justo vivir para luego morir.. ¿Por qué? Decidme, en serio, ¿por qué?. Por qué esa maldita "Ley de vida". Por qué la desmemoria, por qué el olvido.

¿Quién decide que un libro de traduzca a un idioma sí y a otro no?, ¿quién le ha dado ese poder para privar de belleza a otros?, ¿por qué se publican tantos libros de mierda y las grandes historias se quedan atrapadas en casas abandonadas?.

Tengo muchas preguntas.
Y tengo muchas preguntas porque tengo mucho blu tack en la pared. Y me da miedo llegar un día y que esas odiosas manchas en la pared no estén. ¿Olvidaré entonces que tiempo atrás su sonrisa estuvo ahí?, ¿olvidaré el color de sus ojos y la forma de su nariz?.
Tengo miedo, quizá yo también me esté desdibujando en alguna pared, o quizá ya hayan borrado mis restos de blu tack...

Y no he sentido nada, ni un intento de amputación ni un adiós envuelto en eco. No sientes nada cuando te borran. Somos ignorantes a nuestra propia muerte. Como en la vida real, y no solo en el campo sentimental, en esa quinta dimensión que se escapa a nuestro control.
Nunca sabremos qué nos hizo morir, dónde nos entierran, ni la hora, ni el minuto, ni escucharemos el "amén", ni los sollozos de los que se quedan a soportar nuestra ausencia. No sabremos quien nos llora, ni tampoco quién quitó nuestro pedazo de blu tack de la pared.

Tarde o temprano crecerás. Creceré. Sabré despedirme. Y eso me aterra. Yo privaré a la gente de historias. Yo. La que hoy pelea. La que no se rinde. La que llora con el telediario. La que se niega. La que chilla cuando la quieren tapar la boca. La que no acepta un sí, cuando la respuesta debería ser no. Y la que no acepta un no, cuando la respuesta debe ser sí. Yo. La que se niega. La que discute. La defensora de las causas perdidas. La niña que no quiere crecer porque no quiere morir. La que hoy tiene ganas de comerse el mundo.
Yo. La que un día ya no tendrá hambre, ni duende, ni luz, ni aire... Yo. La que nunca volverá a preguntar. La que un día aceptará que lo que tenga que ser será, y ya está.

Que cierto es eso de que una persona muere cuando dejas de recordarla, y qué cierto es que una persona muere cuando deja de respirar y ya está.

"Y ya está" Qué tres palabras tan crueles. Tan de mayor. Tan de persona que sabe despedirse.



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