Reconozco, que cuánto más daño me hacía más me desvivía por él.
Reconozco, que me llenó de heridas al hacer el amor.
Reconozco, que no fui capaz de ver su capa de defectos.
Reconozco que no fue sano nada de lo que me regaló, que no hubo noches mágicas, que solo estaban maquilladas con polvo compacto.
Reconozco que todo maquillaje se desquebraja, o desaparece con el paso de las horas... Y eso pasó. Pasó el efecto del calmante, del somnífero. Pasó el amor. Pasó y llegó todo lo demás.
Llegó el océano de dudas, el torrente de reproches, pasé de no ver sus defectos a no ver ni una puta virtud. Y entonces todo él se destapó ante mi, o fue quizá, que yo por fín me quité la venda de los ojos,
Nunca lo sabremos.
Reconozco, que nunca lo sabremos.
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