Son las cuatro de la tarde. Estoy haciendo test para el carnet de conducir y me ha venido a la cabeza una mañana. Sí, me imagino que podréis imaginar quién es el protagonista...
La historia de la distancia de frenado:
Yo estaba sentada en su cama, y él trasteaba en el ordenador buscando test. Yo me leía por tercera vez la misma página del libro amarillo porque no podía dejar de mirarle y sonreirle. Empezó a hacerme preguntas. Yo no tenía ni idea y fallaba, pero él tampoco es que las acertara todas. Llegamos a la pregunta seis y decía algo así como que si la distancia de frenado aumentaba o disminuía si el turismo iba cargado... No lo entendí. Me cogió de la mano, tenía ya esa cara de 'nerviosismo' que se le ponía cuando intentaba explicarme algo que para él era sencillo y que yo no pillaba ni por accidente... En el pasillo, me dio un empujón para que 'corriera' y debía pararme cuando él dijera YA. Y eso hice. Luego, montándole a caballito hicimos lo mismo. Y me dijo: ¿Lo has visto?. Y volvió a explicármelo.
Son estas 'tonterías' las que me sacan una sonrisa de vez en cuando. Hay que quedarse con lo bueno, siempre, porque si no nunca más encontrareis el valor de sonreír.
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