Hace rato que el vodka se ha terminado. Aquí ya no queda alcohol y empiezo a acojonarme ¿sabes?. Ahora no se como voy a curarme la brecha que tengo en la frente por culpa de golpear la pared. Y no se que voy a comer porque esta mañana me he desayunado nuestro último beso.
Están todas tus cosas esparcidas por el suelo. No me muevo del rincón por miedo a tropezar con alguna de ellas que todavía huela a ti y el hastío me abofetee la cara y me haga despertar.
Estoy segura de que vendrás. De lo que no estoy tan segura es de que llegues a tiempo, porque tu y yo sabemos muy bien cómo funciona esto, puedo quererte mucho, pero de repente un día puedo no quererte nada. Nos pasó en camas ajenas, es de justicia que nuestro colchón también lo sufra.
... ¿Es eso lo que pasa? Que ya no me quieres, que ya he caducado. Por eso no vienes. Quizá estés al otro lado de la puerta escuchándome llorar y esperándo a que sea yo quien salga con la bandera blanca en la mano.
He soñado muchas veces que dejaba de quererte, pero al despertar este
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