Se que no me abrazas porque tienes miedo de perderte por el camino, y yo no te abrazo porque tengo miedo de darte las ganas de huir. Y aquí estamos. Multiplicando miedos como dos locos que no saben diferenciar el cielo del suelo, disimulando el cansancio de contener el mar en la bañera, cargando la pistola de balas perdidas que solo encuentran piel cuando nos apuntamos la sien.
Aquí estoy. Con el miedo temblando en las pupilas y el pánico bailando en las entrañas por si le abro la ventana a tu otoño... por si luego me dejas sola con mi invierno y las decenas de estalactitas que me cuelgan del pecho. Que no necesito que seas siempre verano, pero ojalá pudiéramos ser primavera algún domingo. Y que todo el mundo se gire para ver tus flores, y que se mueran de envidia cuando vean que mi hielo te derrite.
Aquí estoy. Deseando que me despeines la sonrisa a besos y me cosas las costillas con cuentos. Y me da igual como acaben, y me da igual si hay princesas o drogadictas; solo quiero que el sonido de tu voz rompa el silencio.
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