17 de diciembre de 2015

El agua salada no se congela a 0 grados, así que es por eso que aún te salen las lágrimas bajo ese edredón de hielos. Sé que tienes frío, sé que estás cansada, que darías todo lo que tienes por poder no sentir nada.

Hace tiempo que no pones la otra mejilla porque la perdiste es alguna guerra que nunca te perteneció del todo, que aún brota la sangre cuando sonríes de medio lado y se saltan los puntos de sutura. Torpes. Ingratos.
Hace tiempo que no frenas inviernos porque uno te alcanzó tratando de borrar febreros.

Sé que ya no ríes, en memoria de aquella que alguna vez fuiste, sé que ya no lees porque temes encontrar tu personaje bebiendo de otro tintero, con más deseo, con más amor. Sé que no te encuentras, y sé que tampoco lo harías si te buscaras.

A pesar de lo que piensas, de tus derrotas, de tus heridas, tienes más amor guardado que entregado; mira en los bolsillos de todas tus chaquetas y verás la inmensidad de abrazos, besos, caricias, buenas noches y buenos días que tenías olvidados.

Quiérete, mi vida, quiérete mucho hasta que venga alguien que te quiera; y después, quiérete más.

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