En la oscuridad de la mentira dormía y reía día tras día. Amortiguaba el placer en la almohada y las penas en la primera copa de licor que le salia el paso.
El amor se enterró en el cementerio, debajo de un sauce llorón que lloraba a sus pies cuando hacia viento. La mirada se perdió el día en el que vio que la gente se moría de verdad y la humanidad apenas sentía el dolor. La esperanza huyó junto a los niños que escapaban de una guerra que prometió Libertad y solo entregó miseria. La tristeza cruzó a nado el Estrecho, pactando con la muerte, quien ya estaba satisfecha y llena de vida ajena. El dolor sobrevivió a los disparos de aquel encapuchado, quien decía luchar por unos ideales que dejaban a su paso ensangrentados charcos. La alegría cogió un vuelo comercial sin vuelta, pues ya no le quedó para pagarse la vuelta. A la sinceridad la echaron de casa... llegaron cartas del banco y hasta que no se fue, aquel señor trajeado no se dio por pagado. El placer fue lapidado en una plaza abarrotada de salvajes, la peor evolución del ser humano, mientras el pecado saltaba de cama en cama en los barrios marginales, donde las muchachas que solo querían escribir eran obligadas a ser el papel de otro pincel. La frivolidad se puso tacones y se dedicó a pisar a los que quedaron por debajo: 90 pisotones, 60 patadas, 90 bofetadas... Libertad es el nombre del último smartphone, que viene ya con más corazón que el propietario.
La felicidad la estoy buscando, ¿me ayudas a encontrarla?.
13 de febrero de 2014
Me preguntan sobre el cáncer.
¿Doloroso?
No.
Raro.
Raro porque es algo que no duele y duele mucho, a la vez. Sabes, de antemano, que pase lo que pase perderás y ese no es consuelo ni de muchos ni de tontos.
La gente se extraña cuando dices que pierdes. ¿Qué pierdes? Pues lo pierdes todo. O casi todo. Te pierdes a ti misma, para empezar, que creo que ya es bastante castigo. Pierdes tu pelo, pierdes la piel, pierdes fuerza, pierdes peso, pierdes tu risa, pierdes tu rutina, pierdes tiempo, pierdes ganas, pierdes personas... Sí, personas. La gente se aleja. Y quizá no lo hagan voluntariamente, o quizá sí, pero lo cierto es que dejan de llamarte porque tu ya no eres la misma de antes. Ya no sales tanto de fiesta, ya no vas a su ritmo y la gente no está para sentarse en la cuneta y esperar a que tu llegues. La gente corre su propia carrera.
Pierdes identidad. Porque lo que te definía hasta entonces se aleja, se destruye, se evapora, se hunde hasta el fondo de las venas, junto al veneno que, paradójicamente, te va curando. En el espejo no encuentras tu reflejo. Yo me miraba y veía a una Laura ... pero no a la que yo era antes. Evolucionas, sí, pero tan de golpe, que en realidad te atragantas con tu propio aspecto, eres incapaz de aceptar que la que está reflejada eres tu. Es duro. Es duro no reconocerte, echarte de menos... Y yo me reía, y me reía y me volvía a reír. Y decía que me encantaba el pelo corto, que me quedaba bien, que era fresquito, que no me daba guerra y que me duchaba en un periquete, que probablemente no me lo dejaría largo, que estaba bien, que me gustaba... MENTIRA. No te gustas. No te gustas ni por accidente. La cruda realidad era esa. Que te sentías desnuda, aun estando vestida. Y no penseis que la gente se pone en tu lugar o que empatiza por un segundo... no. La gente te dice que el pelo así te queda fatal, que como se te ocurre cortarte el pelo, que si antes estabas más guapa bla bla bla. La gente va cavando un hoyo en el que te metes sin querer queriendo. Lo que dolía de esas 'criticas' es que venían de gente que sabía que aquel corte de pelo no era por gusto, que estar tan delgada no era por hacer dieta y que tener la piel del color de la leche no era por una fobia al sol.
Pierdes seguridad. La pierdes. Da igual que te la ates a la cintura. La pierdes... Y pierdes.
Como veis, el cáncer es perder mas que doler, al menos el mio; que también ha habido días jodidos... pero eso ya lo dejo para cuando alguien me pregunte si alguna vez sentí que me moría.
Gracias por llegar hasta aquí. Por leer, por intentar comprender. Y por preguntar. Nunca dejeis de preguntar, porque hay gente deseosa de responder. Yo se lo digo mucho a Rubén. Cuentame todo lo que sepas y yo te contaré todo lo que sepa. Dice que pregunto mucho... pero es el camino más directo para llegar a saber.
¿Doloroso?
No.
Raro.
Raro porque es algo que no duele y duele mucho, a la vez. Sabes, de antemano, que pase lo que pase perderás y ese no es consuelo ni de muchos ni de tontos.
La gente se extraña cuando dices que pierdes. ¿Qué pierdes? Pues lo pierdes todo. O casi todo. Te pierdes a ti misma, para empezar, que creo que ya es bastante castigo. Pierdes tu pelo, pierdes la piel, pierdes fuerza, pierdes peso, pierdes tu risa, pierdes tu rutina, pierdes tiempo, pierdes ganas, pierdes personas... Sí, personas. La gente se aleja. Y quizá no lo hagan voluntariamente, o quizá sí, pero lo cierto es que dejan de llamarte porque tu ya no eres la misma de antes. Ya no sales tanto de fiesta, ya no vas a su ritmo y la gente no está para sentarse en la cuneta y esperar a que tu llegues. La gente corre su propia carrera.
Pierdes identidad. Porque lo que te definía hasta entonces se aleja, se destruye, se evapora, se hunde hasta el fondo de las venas, junto al veneno que, paradójicamente, te va curando. En el espejo no encuentras tu reflejo. Yo me miraba y veía a una Laura ... pero no a la que yo era antes. Evolucionas, sí, pero tan de golpe, que en realidad te atragantas con tu propio aspecto, eres incapaz de aceptar que la que está reflejada eres tu. Es duro. Es duro no reconocerte, echarte de menos... Y yo me reía, y me reía y me volvía a reír. Y decía que me encantaba el pelo corto, que me quedaba bien, que era fresquito, que no me daba guerra y que me duchaba en un periquete, que probablemente no me lo dejaría largo, que estaba bien, que me gustaba... MENTIRA. No te gustas. No te gustas ni por accidente. La cruda realidad era esa. Que te sentías desnuda, aun estando vestida. Y no penseis que la gente se pone en tu lugar o que empatiza por un segundo... no. La gente te dice que el pelo así te queda fatal, que como se te ocurre cortarte el pelo, que si antes estabas más guapa bla bla bla. La gente va cavando un hoyo en el que te metes sin querer queriendo. Lo que dolía de esas 'criticas' es que venían de gente que sabía que aquel corte de pelo no era por gusto, que estar tan delgada no era por hacer dieta y que tener la piel del color de la leche no era por una fobia al sol.
Pierdes seguridad. La pierdes. Da igual que te la ates a la cintura. La pierdes... Y pierdes.
Como veis, el cáncer es perder mas que doler, al menos el mio; que también ha habido días jodidos... pero eso ya lo dejo para cuando alguien me pregunte si alguna vez sentí que me moría.
Gracias por llegar hasta aquí. Por leer, por intentar comprender. Y por preguntar. Nunca dejeis de preguntar, porque hay gente deseosa de responder. Yo se lo digo mucho a Rubén. Cuentame todo lo que sepas y yo te contaré todo lo que sepa. Dice que pregunto mucho... pero es el camino más directo para llegar a saber.
12 de febrero de 2014
Pongamos que te olvido, ¿vale?. Que consigo mirarte a los ojos sin llegar a mirarte por dentro, sin descubrir las grietas de tu pintura, sin humedecer mis paredes. Pongamos que consigo no pensar en ti cuando ponen en la radio nuestra canción, o cuando paso por delante de nuestra cafetería y huele a nuestro dulce favorito. O cuando juega tu equipo, cuando despega un avión, cuando aterriza...
Si te olvido, si te supero, si te dejo atrás... ¿qué harás tu? ¿Quién va a quererte como te he querido yo?, ¿quién va a mirarte y a entenderte en el mismo segundo?, ¿quién va a salir a la calle en plena tormenta porque estás sin llaves de casa?.. Nadie. Con nadie serás tan AMOR como lo fuiste conmigo. Y eso me consuela. Cuando te olvide dejarás de existir. Dejarán de escribirse cartas a tu nombre, y poemas, y canciones... Serás la nada... por obligarme en su día a que fueras mi todo.
Si te olvido, si te supero, si te dejo atrás... ¿qué harás tu? ¿Quién va a quererte como te he querido yo?, ¿quién va a mirarte y a entenderte en el mismo segundo?, ¿quién va a salir a la calle en plena tormenta porque estás sin llaves de casa?.. Nadie. Con nadie serás tan AMOR como lo fuiste conmigo. Y eso me consuela. Cuando te olvide dejarás de existir. Dejarán de escribirse cartas a tu nombre, y poemas, y canciones... Serás la nada... por obligarme en su día a que fueras mi todo.
11 de febrero de 2014
El tren descarriló cuando apenas le quedaban diez minutos para llegar a la estación. No hubo supervivientes; ni en el tren ni en la estación, donde cientos de personas esperaban... Y de esperar a desesperar en una curva. A morirse lentamente de dolor.
Que quien se va, se va; pero el que se queda, TIENE que quedarse.
Que quien se va, se va; pero el que se queda, TIENE que quedarse.
10 de febrero de 2014
¿Llego tarde a quererte?
Siempre me hago la misma pregunta.
¿Llego tarde?
Porque si es así, deja que me desplome delante de ti, deja que me arranque el corazón en medio de un rugido feroz; deja que me despoje del maldito tic tac de este reloj natural.
Llego tarde... no me lo puedo creer. Con todos los años que me he pasado a la sombra del verano esperando que llegara el día perfecto, la hora perfecta y el momento perfecto.. Y ahora... Ahora me dices que llego tarde, y yo pongo cara de idiota, y me desangro en la acera mientras la gente se sube y se baja del autobús, a-sentimentales perdidos, ciegos de rutina. Tu acabas de decir que llego tarde... y ellos son capaces de continuar con su vida, de aligerar el paso, de mirarme sin verme pegados a unos cascos cada vez más grandes.
He llegado tarde, y nadie ha tenido la delicadeza de tomarse un suspiro a mi salud, a nuestra salud, o mejor dicho, a nuestra no salud. Todos siguen, todos corren... pero seguro, que cuando el destino les rompa el corazón de un revés, también querran que el mundo se pare un ratito con ellos.
Siempre me hago la misma pregunta.
¿Llego tarde?
Porque si es así, deja que me desplome delante de ti, deja que me arranque el corazón en medio de un rugido feroz; deja que me despoje del maldito tic tac de este reloj natural.
Llego tarde... no me lo puedo creer. Con todos los años que me he pasado a la sombra del verano esperando que llegara el día perfecto, la hora perfecta y el momento perfecto.. Y ahora... Ahora me dices que llego tarde, y yo pongo cara de idiota, y me desangro en la acera mientras la gente se sube y se baja del autobús, a-sentimentales perdidos, ciegos de rutina. Tu acabas de decir que llego tarde... y ellos son capaces de continuar con su vida, de aligerar el paso, de mirarme sin verme pegados a unos cascos cada vez más grandes.
He llegado tarde, y nadie ha tenido la delicadeza de tomarse un suspiro a mi salud, a nuestra salud, o mejor dicho, a nuestra no salud. Todos siguen, todos corren... pero seguro, que cuando el destino les rompa el corazón de un revés, también querran que el mundo se pare un ratito con ellos.
8 de febrero de 2014
Buenos días, princesa.
Así podría resumirte, o resumirnos.
Como dos gotitas de agua que aplauden contra las hojas de un árbol, en pleno abril que nace el día, aunque eso signifique morir tronco abajo, porque así son las gotas del rocío: preciosas y frágiles. Y apenas duran un amanecer. ¿Pero qué mas da?, ¿acaso no es recompensa poder vivir, aunque sea por un segundo, las cosas mas bonitas de este mundo?...
Esa es nuestra esencia: que el tiempo no importa, que lo que importa es lo importante, lo vital, lo esencial... y nadie, y repito, nadie, lo lleva tan dentro como nosotras.
Y qué pasa si a veces somos más infantiles de lo normal? Ya habrá tiempo de ser mayor, y de sufrir, y de llorar, y de aguantar.
Y qué pasa si nos entregamos más con los demás y solo recibimos silencio? Pues que llega el día, en el que la vida te recompensará con algo o alguien que te dará todo su tiempo y todo su amor. Y no se trata de buscar, se trata de redescubrirlo, porque muchas veces, la persona que daría la vida por ti y por tu sonrisa, está más cerca de lo que nunca te habías podido imaginar.
Como dos gotitas de agua que aplauden contra las hojas de un árbol, en pleno abril que nace el día, aunque eso signifique morir tronco abajo, porque así son las gotas del rocío: preciosas y frágiles. Y apenas duran un amanecer. ¿Pero qué mas da?, ¿acaso no es recompensa poder vivir, aunque sea por un segundo, las cosas mas bonitas de este mundo?...
Esa es nuestra esencia: que el tiempo no importa, que lo que importa es lo importante, lo vital, lo esencial... y nadie, y repito, nadie, lo lleva tan dentro como nosotras.
Y qué pasa si a veces somos más infantiles de lo normal? Ya habrá tiempo de ser mayor, y de sufrir, y de llorar, y de aguantar.
Y qué pasa si nos entregamos más con los demás y solo recibimos silencio? Pues que llega el día, en el que la vida te recompensará con algo o alguien que te dará todo su tiempo y todo su amor. Y no se trata de buscar, se trata de redescubrirlo, porque muchas veces, la persona que daría la vida por ti y por tu sonrisa, está más cerca de lo que nunca te habías podido imaginar.
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