10 de enero de 2016

Hay personas que quieren ser escritores para ganar dinero y vivir de su cuento. Yo solo quiero contar historias porque no sé ser feliz de otra manera. Y aunque parezca que todo viene escrito desde la tristeza, os puedo asegurar que no es así, que soy feliz.

He aprendido a aceptar los huecos y dejar que sea el tiempo quien los selle, he aprendido a apreciar la lluvia pues solo ella es capaz de dejar a su paso los charcos que tanto me gusta pisar, el olor a tierra mojada que me hace llorar y la alegría que me despierta el cuerpo cuando veo a las nubes recular.

He aceptado que la vida es finita, y que probablemente la mia lo sea más aún que la del resto, pero pienso traspasar la línea de meta cansada y no arrepentida. Cansada y con agujetas de tanto reír, de abrazar, de amar, de correr en dirección "tus ojos". Cansada de hacer feliz, de hacerle ajitos a los reyes de la casa. Fatigada de todos los Cortylandias que voy a llevar a la espalda, de todos los domingos de sofá y manta que cargo en el pasaporte. Orgullosa de todo lo que conseguí luchando y aceptando las derrotas. Porque ganar no siempre implica vencer. A veces se gana perdiendo, y siempre se vuelve a encontrar.

Me pasaré media vida soñando y otra media persiguiendo sueños que no quieren ser conquistados. Pero seré feliz, porque nunca dejaré de intentarlo.

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