Justo cuando me planté delante de él para decirle que ya no le quería, que no le odiaba, que no sentía nada cuando escuchaba su nombre, que ya no lloraba y que ya no le hablaba a mi almohada de él... Desperté. Desperté en mi cama, con el corazón agitado y me di de cabezazos contra la pared. Si lo puedo soñar lo puedo hacer, pero ya no se como lograrlo, ya no se hacia donde mirar para no mirarle, ya no se que música escuchar para que no suene a él. Me muerdo la lengua para que no se me escape su nombre, para no regalarle suspiros, y me está sangrando esa herida. Y muchas otras.
Pero que más da. Llueve. Hace frío. Y todo me da igual... El problema es que TÚ no me resbalas, joder. Ese es el problema. Y no hay solución, no es una suma, es una resta que se multiplica por dos. No hay fin.
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