Dicen, que allá por Junio, vieron desplomarse a mi alegría igual que lo hicieran las Torres Gemelas diez años atrás. Que andaba como alma en pena por los pasillos, por las esquinas; con los ojos hinchados y asustados, temerosos de no encontrarse con lo que ansiaban ver.
Eso que tanto buscaban no volvió a aparecer, y tuve que aprender a levantarme de la cama sin ese empujón de buenos días, a caminar por las semanas sin la cuenta atrás para los besos y los abrazos, sin los echo de menos dormir abrazada a ti... Pero lo logré. Pasó el verano y llegó el otoño sin él.
Ahora ya ni quiero echarle de menos, algo ha encajado en mi cabeza y me ha hecho ver que la carretera sigue ante mis ojos; si lo nuestro estaba escrito como algo imposible y si él no quiso cambiar eso... ¿qué me queda a mi?. Continuar. Abrazarme a la esperanza y esperar que llegue alguien que me haga sentir más de la cuenta...
¿Sabes que..? se me acaba de dibujar una sonrisa en la cara; creo que es una buena señal, o por lo menos algo por lo que empezar.
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