25 de abril de 2012
Perdí tres trenes.
Perdí tres trenes porque me quedé a esperar una respuesta que no tuvo el valor de darme. Tres trenes mirandome las zapatillas, nerviosa, con un nudo en la garganta, deseando oír esas palabras mágicas que desataran el nudo y me dieran la fuerza necesaria para intentarlo un poco más... Para esperar el siguiente tren. Pero cuando ese empujón no llega, cuando lo único que retumba en tu cabeza es el silencio, te paras a pensar en todos esos trenes que dejaste escapar por el miedo a montarte sola, y al final, en el último, la única compañia que te espera es la soledad de tus cascos en los oídos, disparando canciones que se funden como metralla en el corazón.
Desde entonces ojos vidriosos, la cabeza a mil por hora intentando buscar una explicación lógica a todo esto que nos está pasando, pero como respuesta solo encuentro vacío. El vacío de tus palabras, huecas, palabras que ya no puedo creer, aunque el corazón se agarre a un clavo ardiendo solo por acomodar mi sonrisa al lado de la tuya una tarde más. Miedo, miedo que se acomoda en el pecho, cubriendolo de negro, ahogandome en esta maldita incertidumbre. ¿Me quieres?. No oigo nada. Te lo vuelvo a repetir. ¿Me qieres?. Dudas. Y ahí se acaba todo, porque si has tenido que pensar más de medio segundo la respuesta a esa pregunta... es que todo lo que yo creía vivo está muerto. O quizá el destino lo haya dormido, para que lo despertemos cuando maduremos, y cuando sepamos el valor de este amor que nos negamos... tú por no tener la fuerza de aceptarlo y yo por creer que podríamos lograrlo... Sin embargo, es tan imposible querer con la cabeza, como hacer caso a la razón cuando el corazón se vuelve loco.
Y así están las cosas, yo loca. Loca por ti. Y tu cuerda... demasiado cuerda.
Para S
Con mucho cariño.
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