18 de abril de 2012

    Querida Abu:


    Quizá pienses que el tiempo ha borrado tu olor y ha cerrado la herida, pero lo cierto es que mi memoria te conserva a pesar del tiempo y la herida se ha hecho cicatriz. Ya no duele, pero está ahí. Necesitaría un par de consejos tuyos, consejos de mujer luchadora, incansable, indomable. De mujer fuerte, atrevida y echá pa' alante. 
No se si recordarás nuestras promesas, la forma de exigirnos su cumplimiento... Dos de ellas he hecho a lo largo de mi vida, y voy a hacer una tercera. Con tinta negra, para que no se la lleve el viento, para recordarla, para no violarla sin faltarte a ti y a nuestro 'juego'. 


    Tengo ganas de verte. Con todo lo fuerte que suena. En todos estos años no he encontrado a nadie que se pareciera a ti, que tuviera tu integridad, tu honradez, tu sonrisa, tu buen humor... Nadie que pensara primero en los demás y después en los demás y después, si sobraban fuerzas, pensara en ella. Nadie que amara de una forma tan desgarradora y tan tierna a la vez. Todavía hay veces que, recordando todo lo que viviste, me sorprende que tuvieras el corazón tan rojo y tan vivo. No se si lo construiste de piedra y lo mostrabas de algodón, pero parecía el de una niña, el de una niña que nunca ha sufrido, que no ha crecido y que no ha tenido que levantarse después de que llovieran ostias del cielo. Tu y yo sabemos que no fue así. Que ha sudor no te gana nadie, que a coraje no te iguala ni el coronel con más galones en el pecho.... ¿Dónde están tus medallas?, ¿dónde está el reconocimiento a una vida dedicada a los demás?, ¿dónde está tu estatua?, ¿dónde está la calle con tu nombre?, con tu precioso nombre... No hay nada de eso. Nos toca a los que estamos aquí abajo contar tu historia, recordarte, y no olvidar que si hemos llegado hasta aquí ha sido por ti. 


    Tengo curiosidad por saber si cuando todo acaba aquí abajo te recostruyen el alma, o te resetean el corazón, o que pasa. Me acuerdo muchas veces del mazazo que te dieron, y de que nunca te vi llorar por eso... Claro, que yo era una niña, y no sabía cuando tus ojos se empañaban de pasado. ¿Cómo pudiste levantarte, salir a trabajar...?, ¿cómo pudiste seguir defendiendo un sentimiento que había sido profanado?... 'El amor, que mueve montañas' me decías... Quiero ser como tú, porque hay que sentir verdadero amor para tragarte el orgullo y enterrar lo más amado después de haber abandonado todo lo que construisteis juntos. Tengo curiosidad por saber como te miró esa mujer cuando te vio ahí, de pie, y con la cabeza bien alta; me encantaría saber lo sucia que se sintió y el remordimiento que tuvo que soportar toda su vida. Porque por muy mala y vacía que parezca una persona, hay cosas que el cuerpo no asimila, y supongo, que destrozar una familia es una de ellas.


    ¿Sabes?, ya no pienso que rompieras esa promesa. Ya no lloro cuando recuerdo la conversación. Era tu momento, y no podíamos cambiarlo. Espero que me perdones todos estos años en los que te he culpado, en los que te recriminé que me dejaras sola. Porque si hay alguien que siempre se aferró a la vida para no dejarme sola... fuiste tu. 
    

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