13 de junio de 2011

 

Pues sí. Me he puesto a llorar en brazos de mi padre como si fuera una niña pequeña. Y al final ya no se por qué lloraba, si por lo agobiada que estoy o porque hacía tiempo que no le sentía tan cerca de mí.
He ido a la cocina a comer tarta de chocolate, por quinta vez en lo que va de día, y me ha mirado a los ojos. Me ha vuelto a mirar y me ha preguntado, ¿eso vas a cenar? a lo que yo he contestado: no, ya he cenado, esta es la tercera vez que me tomo el postre, pero esque no se que hacer, ni por donde empezar... He empezado a llorar, se ha acercado y me ha abrazado. No te preocupes... no vas a caer, porque yo se que eres fuerte. Aqui o allí yo siempre estaré. Mi padre ha leido entre líneas. Increible. Quizá es que soy demasiado transparente, demasiado obvia.. Quizá es que de verdad estoy mal y se me nota, y yo soy la única que quiere seguir engañandose a sí misma.
Dicen que la cara es el reflejo del alma... pues estas semanas a mi me daba miedo mirarme en el espejo.

Gracias papá







No hay comentarios:

Publicar un comentario