No esperaba mucho, pero tampoco tan poco. He aceptado y aprendido de golpe lo idiota que soy, lo fácil que me resulta regalar mi vida sin miedo a que la destrocen.
No esperaba palabras bonitas, ni arrepentimiento... No esperaba nada.. No tenía ni idea de que fuera tan fácil olvidarse de mi, borrar mi rastro y todas las cosas que he ido dejando.
Esperaba simplemente un: ¿qué ha pasado?, ¿cómo estás?... Una mano que dijera, ven conmigo y vamos a hablar, alguien que me dejara vaciar el corazón.
Te esperaba a ti. Porque voy a mentirte. Esperaba que me preguntaras, que te preocuparas. Pero ya he visto que no, y con eso has abierto mis ojos. Que poco te he importado, que descompensados han estado estos meses. Que ciega, que ingenua, que fe ciega tuve siempre. Que manera de sufrir por algo que no me corresponde ni con un 5%. Que manera más estúpida de malgastar agua en forma de lágrimas, de malgastar mi tiempo en recuerdos que no tienen el mismo sentido para ti y para mi. Que manera más gratuita de entregarme al sufrimiento...
Vaya manera de estrellarme. Ha tenido que venir la muerte vestida de rosa para darme cuenta de las personas que de verdad importan y para descubrir a las personas que solo están aquí cuando hay sonrisas en el menú del día. Que forma tan horrible de descubrir que por muy rodeada de gente que esté, estoy más sola que la una..
Ahora no lloro por lo que perdí, si no por lo que creí perder, que es algo muy diferente.
¿QUE ESTÁ PASANDO?
La tristeza se está convirtiendo en algo parecido al odio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario