22 de agosto de 2011


Ayer, cuando volví a casa después de pasar la mañana entre gente vestida de negro y caras demacradas por el dolor y el cansancio, me dije que al cerrar la puerta lo que había pasado se quedaba fuera, que ya había tenido suficientes desgracias este verano...

Pero aquí estoy, empezando a preguntarme que sentido tiene nuestra vida... bueno, la mia, que parece que no se encarrila por ninguna vía, anda desubicada, resignada a no llegar a ningún sitio, perdida en alguna estación del camino. Esperando. Esperando que llegue ese tren en el que ponga: 'sin paradas', y en el que alguien me espere en el asiento de al lado con una sonrisa y un periódico en la mano.




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