Mirando atrás me pierdo, porque le veo, le recuerdo y le echo mucho de menos. Inexplicablemente se ha hecho con el control de mi mente y sin saberlo... sin pretenderlo.
Sigue aquí... como una mancha en un mantel que nadie vio pero que siempre estuvo ahí.
Me estorba su recuerdo, su nombre, su apellido, su ciudad, su equipo de fútbol, su número de teléfono... Me estorba y sin embargo me aferro a ello como si de un barco que me va a llevar de nuevo junto a él se tratara.
Es esa luz que yo sigo como un estúpido mosquito, sabiendo que me hará daño y no pudiendo evitar cambiar de dirección.


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