Sal ya de mi...
que todo vuelva a ser igual que antes de ti.
Me cogiste cuando apenas era una niña,
entregándome dos alas pá volar;
yo firmé sin leer la letra pequeña,
donde ponía la hostia que me iba a pegar.
Con el tiempo solo me fui dando cuenta,
que lo raro no era lo de los demás...
Y que tu eres, sin dudar, un arma blanca
más dañina que cualquiera de metal.

Abre los ojos
Melendi
No hay comentarios:
Publicar un comentario