11 de agosto de 2011

Interminablemente en él


Creo que le quise incluso antes de conocerle, antes de haberle visto por primera vez, antes de que apareciera con esa sonrisa suya y pusiera toda mi vida patas arriba. Incluso antes de hablarle, antes de mirarle a los ojos, antes de besarle, de abrazarle, de tocarle...


Yo tampoco entiendo que hago un 11 de agosto metida en casa, llorando como una magdalena por algo que supuestamente dejé atrás, pero que al fin y al cabo perdí. Eso es lo que ocurre.. Que lo he ido asimilando poco a poco aunque quiera hacerme creer que lo acepté desde el primer día.
Sin embargo día a día el rinconcito de la esperanza se ha ido haciendo un poco más pequeño... y duele aceptar con el corazón lo que ni la cabeza acepta. 


Es un vacío que te llena de nada, que te agota y te atormenta. Son muchas preguntas, muchos porques que nadie ha tenido la delicadeza de explicarme.
Hay cosas que se rompen por el uso, cosas que se rompen sin querer y cosas que se rompen. Sin más.
Y aquello que fue... ¿como pasó?, ¿qué hice mal?... en que momento se rompió.. ¿por qué yo no vi los cristales cuando todo saltó por los aires? tuve que pisarlos y darme cuenta de que no quedaba nada cuando las heridas de los pies empezaron a sangrar.


Con esto aprendí que hay cosas que están ahí siempre pero que preferimos ignorarlas por el miedo a sufrir. Miramos para otro lado.. pero a mi no me dio tiempo.. No pude hacer como que no pasaba nada, no pude ponerle tiritas al corte porque no sabía donde estaba... como cuando una colchoneta de playa se pincha y no sabes por donde se escapa el aire... A mi me está pasando igual, el amor se me ha escapado delante de mis narices y no soy capaz de detectar en que fallé, ni por donde se escapó, ni donde se ha ido a refugiar... No me ha dejado una dirección para ir a buscarlo cuando lo necesite.



Puede que él   haya sido el chico de mi vida,
pero desde luego yo no he sido la chica de la suya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario